Pues parece que ya no hay remedio:
la ceremonia de los Goya está advocada al fracaso in secula seculorum. Y es que lo que vivimos y sentimos los que estábamos frente al televisor el domingo por la noche, no pudo ser mas decepcionante.
¡20º aniversario de la ceremonia! ¡El 20 cumpleaños del cine español! Pues la verdad es que se podían haber esmerado un poquito más. Empezando por los conductores de la gala, continuando por ese
estridente estribillo que separaba nominación de nominación y terminando por ese final tan: ¡Buf! ¡Lo conseguimos! ¡Hemos llegado al final de la gala, aunque ustedes no se lo crean! Claro que nos lo creíamos, más vergüenza ya no era posible sentir.
La
gala, para los que no la visteis, fue aburrida, con chistes que no eran tales, con parejas presentadoras que no emanaban conexión entre ellas (la guinda: Pepe Sancho y Jose
Activia Coronado), cambio de traje de la presentadora femenina (y luego nos quejamos de si
mujer florero),
con sobres que no se abrían, con micros que corrían el peligro de comenzar a balancearse y golpear el atril, mal sonido en muchas ocasiones, y ... Y es que parece que no aprendemos. ¡Los sobres tan cerrados! Pero señor, ¡qué hay que abrirlos! ¡Qué el premiado está escrito dentro! Y luego Carmelo Gomez en la sala de maquillaje mientras le presentaban como candidato al mejor actor de reparto. Premio que se llevó y que casi tiene que recoger su compañero de pelicula Eduard o
él mismo en calzoncillos. ¡Qué poca previsión! Y tampoco entiendo como no es una norma de la gala que por cada premio hable sólo uno de tres o cuatro que suben a recogerlo. Uno solo. Ya sé que recibir un Goya es algo muy importante en la carrera de uno, pero tanto saludo aburre al personal. Y qué decir de ese
trasiego que se trae el Goya entre el grupo de premiados en el estrado. Cada vez que termina de hablar uno se lo pasa al siguiente para que lo muestre mientras saluda a papá y a mamá... Cualquier día la cabeza de Goya acabará rodando por los suelos.
¿Tanto cuesta hacer un Goya para cada uno? Y para los premiados,
un poquito de por favor, parafraseando a mi querido Emilio. Que yo creo que hay más cosas interesantes y que inviten al ciudadano de a pie a ir a ver tu trabajo en el cine que decir a Mari o a Pepa lo mucho que le agradezco que me aguente todos los días. Parece que están pidiéndole públicamente: ¡No me abandones! como si de un pograma de
Diario de (poner aquí un nombre) se tratara.
Al pobre Pedro Marsó (
Goya de honor) le tuvieron bailando por el escenario de aquí para allá (y es que esto del baile está muy de moda en la televisión pública últimamente). El hombre ya no tiene edad para esos pasos tan apresurados (sin haber recibido las correspondientes clases con Anne). Y eso que la intervención de
Imanol fue de lo mejor, junto con el sarcasmo de Santiago Segura y la dulzura de Maribel Verdú envuelta en su
fantástico vestido de Chanel :-)
Y ya que hablamos de vestidos... desde luego la ministra de cultura fue muy atrevida con su color fucsia y lacitos multicolores del modelito Agatha Ruiz de la Prada. En fin, esta Agatha vive en el país multicolor. Concha Velasco elegante con su vestido negro inicial. Justito. Nada que ver con el vestido goyesco que lució en la segunda parte de la ceremonia...¡Buf! El de Elsa Pataky me gustó. También el traje blanco de Elvira Mínguez. Y
guapa guapa estaba Aitana Sánchez-Gijón. Lo que sí llamaba la atencion con tanto palabra de honor y escote era la
ausencia de rayos UVA. No sé, quizá un poquito no hubiera estado de más...
Asi que después de ésto, levántate el lunes con los ojos pegados y saca tu espada, bastante mermada visto lo visto, para seguir
defendiendo el cine español entre tus colegas de café. Si que nos lo ponen difícil, sí.