¿Qué se puede hacer en una cárcel de máxima seguridad para que la vida tenga sentido? La respuesta está en el teatro.
Entre la ficción y el documental, la mayoría de los actores de la película se interpretan así mismos, Las vidas de Sing Sing nos traslada a un lugar inhóspito, una cárcel de máxima seguridad, con sus normas, sus sirenas, sus registros aleatorios, da igual todo, no hay humanidad en los procesos. Para seguir luchando por la vida los presos han encontrado una ventana, el teatro. Piensan qué obra representar, la ensayan con un profesor y la representan.
El teatro les sirve para evadirse y también para conocerse, para expresar sentimientos y emociones que en lugar como la cárcel no tienen cabida. Les ayuda a mejorar como personas. Y es que la cárcel es un lugar de paso, un lugar para la rehabilitación. No debemos olvidarlo.
Colman Domingo capitanea el elenco actoral, traspasando la pantalla y el resto de presos-actores, en un complejo proceso de interpretarse así mismos, acompañan muy bien esta historia.
No es una película de emoción a flor de piel ya que se acerca mucho más al documental y la vida, a veces, es así. Pero calentará el corazón.
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